El Madrid cierra un 2018 convulso. Se ganó otra Champions, se fueron Cristiano y Zidane, Lopetegui no cuajó y llegó Solari
De camino ya a sus destinos vacacionales de Navidad, tanto jugadores como miembros del cuerpo técnico y de la planta noble del Madrid echan abajo el telón de un 2018 con curvas, seguramente más de las imaginadas,
como la que apareció de la nada con la dimisión de Zidane, pero también de autopistas hacia el cielo, como la que condujo en Kiev hacia la Decimotercera.
Aburrido no ha sido este 2018 que tiene los días contados y que se cerró oficialmente ayer con el título en Abu Dabi.
El año comenzó con rejón tempranero. El 24 de enero, y a pesar de vencer en la ida en Butarque (0-1), el Real Madrid caía eliminado en cuartos de la Copa, tras la victoria del Leganés en el Bernabéu (1-2).
Aquella noche cambió el paso de Zidane: «Es un fracaso, pero yo soy el responsable», reflexionó el francés, quitándole la responsabilidad a sus jugadores.
Un análisis habitual en el técnico galo, siempre dueño de los fiascos blancos durante sus dos años y medio en el club, pero aquel palo sí que cambiaría su modo de actuar.
Zidane le hizo saber al presidente que no tenía fuerzas para seguir, y Florentino consiguió convencerle para que no se marchara.
Lo que no sabía el presidente es que aquel sí del francés tenía fecha de caducidad. En mayo, acabada la temporada, ese aviso de Zidane se convertiría en realidad.
El PSG como trampolín
Eliminado de la Copa y sin opciones en Liga al acumular más de una decena de puntos de desventaja respecto al Barcelona, la Champions aparecía como el único salvavidas de la temporada, pero en el horizonte estaba el PSG de Neymar.
La eliminatoria, temida en todos los estamentos del club, pasó a ser la vitamina necesaria para la decimotercera. 3-1 en la ida y 1-2 en París, ya sin el brasileño, lesionado una semana antes en el clásico de la Ligue 1 contra el Olympique de Marsella.
El pase a cuartos envalentonó a los blancos, en lo físico y en lo mental. Abril sería su mes para volver a soñar con una nueva Champions.
Y así fue. 0-3 en Turín, con el mejor gol de la carrera de Cristiano, en chilena aplaudida por todo el Juventus Stadium. La vuelta, en el Bernabéu, casi acaba en tragedia, pero el polémico penalti de Benatia a Lucas Vázquez en el minuto 93 anuló la remontada de los italianos (1-3).
«Ladrón de mierda», le llamó Buffon a Michael Oliver tras señalar los once metros. Vio la roja, claro, y ya en zona mixta siguió cargando contra el colegiado inglés: «Tiene un cubo de basura por corazón».
En semifinales fue el Bayern la víctima. 1-2 en Múnich, con goles de Asensio y Marcelo, y 2-2 en el Bernabéu, con riada de ocasiones bávaras no culminadas y cantada histórica del portero Ulreich en el segundo tanto blanco.
Sufriendo, otra vez, como ante la Juventus, pero clasificado. El Madrid llegaba a su final de la Champions número 16.
El título se levantó en Kiev, el 26 de mayo. 3-1 al Liverpool, con obra maestra de Bale, autor de dos goles, el primero de ellos en chilena acrobática.
La celebración quedó empañada por Cristiano, insinuando a pie de campo su marcha: «Fue muy bonito jugar en el Real Madrid», dijo. Aquella bomba explotó en mitad del confeti y el champán,
y a pesar del enfado del club y de sus compañeros, estos mostraron su apoyo público a Ronaldo 24 horas después, en la celebración en Cibeles.
No sirvió de nada. Cuarenta días después, el 10 de julio, la Juventus anunciaba el fichaje de Cristiano, previo pago de 100 millones de euros.
Antes, otra abrupta salida removió los cimientos de Chamartín. Cinco días después de ganar la Champions, el 31 de mayo, Zidane convocaba a los medios en Valdebebas para anunciar su dimisión, comunicada al presidente 24 horas antes:
«Es una decisión totalmente inesperada. Estoy azorado», dijo Florentino, sentado a la derecha de Zidane con una de las caras más tristes que se le recuerda.
Lopetegui regresa a su casa
El casting del banquillo fue complejo. Ni Pochettino, ni Allegri, ni Low… solo el entonces seleccionador Lopetegui, una de las últimas opciones, dijo sí.
Y lo hizo 48 horas antes del debut de España en el Mundial, provocando uno de los mayores terremotos de la historia del combinado nacional.
El vasco fue despedido por Rubiales el 13 de junio, considerando su firma por el Madrid alta traición, y fue presentado 24 horas después en el Bernabéu: «Ayer fue el día más triste de mi vida, pero hoy es el más feliz», dijo. Su alegría duró poco.
Cuatro meses estuvo en el cargo Julen. En verano, le llegaron promesas como Odriozola o Vinicius, pero ninguna estrella que reemplazara el vacío de Ronaldo.
Ni siquiera tras la derrota en la Supercopa de Europa contra el Atlético (2-4). Era 15 de agosto y aún había 16 días por delante de mercado, pero solo llegaron Courtois y Mariano. Otro verano sin galáctico. Y, además, ya sin Cristiano.
Aun así, el Madrid comenzó muy bien la Liga y la Champions, firmando el 19 se septiembre ante la Roma (3-0) uno de los mejores partidos de la historia reciente del club.
Pero aquella borrachera de fútbol e ilusión fue el principio del fin de Lopetegui. Casi 500 minutos sin marcar y un carrusel de derrotas que tocaron sima en el Camp Nou el 28 de octubre.
Un 5-1 que certificó el adiós de Julen: «Existe una gran desproporción entre la calidad de la plantilla del Real Madrid y los resultados obtenidos hasta la fecha»,
justificó el club en un hiriente comunicado motivado por la exigencia de Lopetegui de cobrar los tres años de contrato, cantidad que ascendía a 18 millones de euros.
Solari, ascendido desde el Castilla, ocuparía el puesto de Lopetegui. Su estreno en Melilla, en partido de Copa, fue prometedor: 0-4 y buenas sensaciones.
Y así continuó en los siguientes tres partidos, lo que le valió para firmar un contrato hasta 2021, pero pocos días después llegaría el primer revés: 3-0 en Éibar con una imagen impropia del Real Madrid.
Diciembre pondría fin a un año de curvas con Modric recibiendo el Balón de Oro, premio que unía al The Best y al de mejor jugador de la UEFA,
y el equipo haciendo de nuevo el ridículo, esta vez en Champions con un 0-3 ante el CSKA en el Bernabéu, la peor derrota de la historia del club en su feudo en competiciones continentales.
Por suerte, llegó pronto el Mundialito y el Madrid se despide con una sonrisa al cumplir con lo esperado. Reina en el mundo, pero no impone tanto.
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